El ser humano posee tanto de la capacidad instintiva para sanar, como la capacidad intelectual para usar dicha capacidad. La sanación pasa por liberar la energía que se quedó congelada a través del uso de herramientas de desbloqueo del trauma. Gracias a ellas descubrimos que es posible "descongelar la respuesta", recuperando de nuevo las funciones naturales de nuestro organismo.
Los animales raramente se traumatizan ante las amenazas, algunos se paralizan o congelan, otros huyen y otros luchan, y después del cese de dicha amenaza, el animal descarga (en forma de agitación o temblor) esa energía de supervivencia, volviendo a un estado de calma y funcionamiento normal. A veces las personas no descargamos lo que hemos acumulado ante situaciones amenazantes y esto provoca problemas a largo plazo en nuestro sistema nervioso y deriva en síntomas como dolor, patrones de rigidez y colapso, disfunción cognitiva, ansiedad y sensación de intrusión, y problemas relacionales, entre otros.
Cuando logramos liberar el trauma del cuerpo, vamos a promover una mayor conexión con él, lo cual deriva en un mayor respeto y cuidado de una misma, toma de consciencia de cuáles son las propias necesidades básicas e innegociables, de cómo poner límites saludables, de cómo desarrollar una mayor capacidad de contención, y de cómo cuidarse en general. Permite a la persona recuperar su vitalidad, su presencia y la capacidad de estar en el aquí y ahora. Al dirigir la consciencia al cuerpo, accedemos a nuestros recursos innatos, reduciendo e incluso eliminando totalmente los síntomas traumáticos.